
A menos que haya una revolución radical en la relación entre dos seres humanos, hablar de Dios o de las Escrituras o volver a los Vedas, la Biblia y todo lo demás, es una tontería.
Exigimos la transformación del mundo, la transformación de la sociedad que nos rodea, pero somos ciegos, no estamos dispuestos a transformarnos a nosotros mismos.
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